jueves, 14 de octubre de 2010

Las nuevas formas

  Fuente: Boston.com
Dicen que en momentos de crisis se demuestra de qué están hechas las personas.

Los momentos inesperados, violentos y/o traumáticos tienen la particularidad de sacar a flote lo peor o lo mejor de nosotros. Es por eso que estos episodios marcan, entregan identidad y configuran nuestro carácter y forma de relacionarnos con los demás. Se trata de episodios altamente simbólicos, que quedan en la memoria colectiva y personal, marcan hitos desde los cuales recordamos nuestra historia.

Ayer fue uno de esos momentos. El rescate de los 33 mineros será recordado como la primera gran obra de la derecha, labor realizada con un nivel de perfección que despertó el interés y la admiración del mundo entero. En estas últimas dos noches, el gobierno ha sido capaz de revertir la imagen de un país sobrepasado, superado por la contingencia y la naturaleza. El terremoto de Febrero, no hizo más que desnudar al “niño rico del barrio”, mostrando sus partes pudendas y demostrándonos lo lejos que estábamos del “desarrollo” que firmamos cuando ingresábamos al selecto grupo de los países miembros de la OCDE.

Como leí por ahí, el terremoto de Febrero, mostró lo ineficientes que podíamos ser. Ayer, el gobierno de Piñera fue capaz de mostrar a Chile y al mundo que nuestro país funcionaba. Corta y fome.

Antes de ser enviado al Tribunal de Disciplina (por atreverme a constatar este hecho y “valorar” el trabajo de la derecha), me gustaría decir que entiendo que el contexto del terremoto es distinto, entiendo que no se trata de 33 personas atrapadas en una mina, sino de millones de ellas distribuidas en varias regiones, entiendo que todavía quedan miles de damnificados, etc. Aún así, Piñera desayunó una marraqueta más crujiente y un café más dulce, al igual que todos los chilenos.

Señalo esto no con ánimo de ser autoflagelante, sino con la intención de plantear un desafío. Ganarle a la derecha no va a ser fácil. No basta con levantar a Bachellet y criticar todo lo que hace Piñera. No basta con apelar a la exploración de sus vínculos con la dictadura. No basta con cerrar filas y decir que se hizo todo “en la medida de lo posible”. El gobierno va a seguir diferenciándose de nosotros a partir de estas cosas y acercándose a través de la celebración de grandes acuerdos nacionales (como el Royalty, por ejemplo).

Para ganarle a la derecha se necesita resolver quiénes somos y qué pensamos.

Para ganarle a la derecha se necesita resolver qué le vamos a proponer al país y demostrar lo que nos diferencia de la derecha.

Para ganarle a la derecha se necesita encontrar una nueva estrategia de articulación social,  que sea capaz de contener a la clase trabajadora de nuestro país.

Para ganarle a la derecha se necesita hacer las cosas bien: Con eficiencia, racionalidad y probidad.

Sólo cuando nos levantemos, reflexionemos y tengamos la madurez política para dejar de mirarnos el ombligo estaremos preparados para volver a ser gobierno. De no ser así, seguiremos, viendo durante varios años, la nueva y eficiente forma de mediatizar la gestión gubernamental.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Para Chile y sus trabajadores

Fuente: Revista Amauta
Hoy se cumplen 40 años desde el triunfo de la Unidad Popular. Después de una larga travesía, el 4 de Septiembre de 1970 las fuerzas sociales de izquierda lograrían algo impensado en el contexto de la Guerra Fría: Teníamos al primer presidente socialista elegido de manera democrática.

Ese día juramos devolver el país a Chile y sus trabajadores. 

Después de 4 décadas, una dictadura militar, centenares de compañer@s detenidos desaparecidos, dramáticas torturas, atropellos, familias disueltas, clandestinidad, exilio, terribles violaciones sexuales, litros de sangre derramada y de 20 años en que administramos “equilibradamente” el poder, resulta imperioso actualizar nuestro juramento.

Más que volver a “reconquistar a la ciudadanía” (para volver a administrar el poder “equilibradamente”) l@s Socialistas debemos aprender de la profunda convicción y consecuencia política del compañero Salvador Allende y recordar el inmenso sacrificio que significó la barbarie dictatorial.

L@s Socialist@s debemos trabajar para hacer un Chile más justo, más fraterno y más igualitario, no para satisfacer nuestros egos, ni para mantener nuestras influencias, ni para obtener un mejor empleo, sino que para corregir las profundas desigualdades que padece nuestro país.

Invito a l@s compañer@s que se sientan llamad@s a reconstruir nuestro ideario a que trabajemos juntos en función de la restitución de la ética socialista, sin olvidar nunca a la enorme cantidad de compañer@s que murieron intentando cumplir aquel sueño que hoy conmemoramos y actualizamos.

¡Viva Chile y los trabajadores! ¡Viva Salvador Allende!

lunes, 2 de agosto de 2010

El Socialismo Antisocialista

Comienzo esta nota haciendo una grave confesión: Soy Católico y Socialista. Soy de los que se complican con los temas valóricos, sexuales y reproductivos. Poseo fundamentos de carácter Kantianos (y también bíblicos) que me permiten argumentar que el matrimonio tiene que ser entre un hombre y mujer. Por lo demás, creo que los hijos tienen que crecer en un matrimonio formado en un núcleo familiar que presente las mismas características. Que puedo hacer al respecto... soy conservador en estos temas.

A pesar de lo anterior, tengo la profunda convicción de que el socialismo es el instrumento que debemos usar para hacer una sociedad más justa, fraterna e igualitaria. Quizás por eso entiendo un poco a Osvaldo Andrade y su declaración respecto a las reticencias culturales que podría existir en nuestro país respecto a la iniciación de un debate sobre el matrimonio homosexual. Lo entiendo, pero sólo un poco.

Lo entiendo poco porque afirmar que “Chile no está preparado para el matrimonio homosexual” no es el resultado de un profundo discernimiento valórico-ideológico, sino que es la respuesta de un (futuro) presidente de partido. Un presidente que perfectamente puede ser de izquierda, derecha o centro.

Las palabras de Andrade no hacen más que expresar, de manera tácita, la forma de pensar que tienen nuestros dirigentes socialistas. La única preocupación de la élite de nuestro colectivo es volver a ser gobierno, no importando las contradicciones ideológicas en que caigamos. Es el poder por el poder, no el poder para una sociedad más socialista. En este sentido, si las encuestas dijesen que a los chilenos les gusta la dictadura, estaríamos abogando por tener un país menos democrático.

Independiente de nuestras concepciones valóricas, los socialistas esperamos que el socialismo empuje a la sociedad hacia profundos cambios sociales, no hacia el conservadurismo. Andrade no hace otra cosa que develar la profunda crisis ideológica de nuestro partido. Rossi lo acompaña, argumentando todo lo contrario y condenando la democracia en Venezuela. En fin, habrá que esperar un próximo congreso ideológico o el resultado de una nueva encuesta para saber lo que piensan nuestros dirigentes.

Por lo pronto, no me queda más que defender la confesión que les hice al principio. A pesar de mis convicciones, creo que los socialistas estamos llamados a iniciar este tipo de debates. Somos y debemos ser la vanguardia de los procesos sociales. A estas alturas, no me queda más que invocar el lugar común más eficaz en estos casos. Al igual que Voltaire: “Estoy absolutamente en desacuerdo con tu opinión, pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarla”. Eso es lo que hace un socialista.

Fuente: El Mostrador

miércoles, 7 de abril de 2010

Elecciones Juventud y Partido Socialista de Chile: ¿Qué está en disputa?



 La dignidad del quehacer político está en juego.

La lógica de lotes, la construcción de maquinaria política y el acarreo político confluyen  y cristalizan en una lógica corrupta y avergonzante. Son las mismas tendencias, defensoras del sistema y su espurio poder las que generan un socialismo anquilosado, distante y antidemocrático. Pareciera ser que entendieran que la disputa eleccionaria se centrara en no perder “su pedazo de torta” y no en la manera de construir un socialismo capaz de interpretar el sentir de los trabajadores de nuestro país.

Perdimos el gobierno, el parlamento, las municipales y hasta el orgullo socialista. El pueblo, las necesidades sociales y el mundo social le ha dado la espalda a un proyecto mimetizado al proyecto de la derecha.

Es cierto que TODOS somos responsables, pero algunos más que otros. Personalmente, estoy harto de nuestra forma de hacer política. Harto.

-        Estoy harto de responder disciplinadamente a la determinación de una tendencia cuya formación responde a divisiones anacrónicas. Más aún, cuando responden al liderazgo de un caudillo.
-        Estoy harto de votar por personajes siniestros de la política.
-        Estoy harto de votar por hijos, sobrinos o nietos de otros políticos igual de “brillantes” que ellos.
-        Estoy harto de las castas y las elites políticas.
-        Estoy harto de votar por personajes que viven y comen de la política.
-        Estoy harto de votar por compañeros que hablan mucho tejido social y nunca han estado en una organización comunitaria.
-        Estoy harto de votar por personas que no son más inteligentes, representativos ni hábiles que yo (o que varios compañeros que nunca han tenido una oportunidad dentro del partido).

No quiero volver a ponerle el piso a este tipo de compañeros. De la misma manera, me niego a renunciar al partido y apagar mi vocación política. Nuestro partido tiene que cambiar y no seré yo quien lo haga.

Mientras algunos sólo se preocupan de mantener el orden su “redil”, otros deben propiciar espacios de cambio.

Los invito a liberarse y a votar en conciencia.

No faltará quién diga que este discurso sólo se centra en la forma. Hay que hacerse cargo de eso, considerando que hoy no se cuenta con las condiciones apropiadas para establecer un diálogo ideológico intrapartidario. Cualquier intento por hacer este ejercicio significaría un nuevo ajuste de cuenta o pasada de máquina correspondiente. Es nuestro deber generar estas nuevas condiciones.

Imagino que hay muchos compañeros que sienten igual que yo. A ellos les digo que, a pesar de todo se mantengan tranquilos... La dignidad está de nuestro lado.