Fuente: Boston.com |
Dicen que en momentos de crisis se demuestra de qué están hechas las personas.
Los momentos inesperados, violentos y/o traumáticos tienen la particularidad de sacar a flote lo peor o lo mejor de nosotros. Es por eso que estos episodios marcan, entregan identidad y configuran nuestro carácter y forma de relacionarnos con los demás. Se trata de episodios altamente simbólicos, que quedan en la memoria colectiva y personal, marcan hitos desde los cuales recordamos nuestra historia.
Ayer fue uno de esos momentos. El rescate de los 33 mineros será recordado como la primera gran obra de la derecha, labor realizada con un nivel de perfección que despertó el interés y la admiración del mundo entero. En estas últimas dos noches, el gobierno ha sido capaz de revertir la imagen de un país sobrepasado, superado por la contingencia y la naturaleza. El terremoto de Febrero, no hizo más que desnudar al “niño rico del barrio”, mostrando sus partes pudendas y demostrándonos lo lejos que estábamos del “desarrollo” que firmamos cuando ingresábamos al selecto grupo de los países miembros de la OCDE.
Como leí por ahí, el terremoto de Febrero, mostró lo ineficientes que podíamos ser. Ayer, el gobierno de Piñera fue capaz de mostrar a Chile y al mundo que nuestro país funcionaba. Corta y fome.
Antes de ser enviado al Tribunal de Disciplina (por atreverme a constatar este hecho y “valorar” el trabajo de la derecha), me gustaría decir que entiendo que el contexto del terremoto es distinto, entiendo que no se trata de 33 personas atrapadas en una mina, sino de millones de ellas distribuidas en varias regiones, entiendo que todavía quedan miles de damnificados, etc. Aún así, Piñera desayunó una marraqueta más crujiente y un café más dulce, al igual que todos los chilenos.
Señalo esto no con ánimo de ser autoflagelante, sino con la intención de plantear un desafío. Ganarle a la derecha no va a ser fácil. No basta con levantar a Bachellet y criticar todo lo que hace Piñera. No basta con apelar a la exploración de sus vínculos con la dictadura. No basta con cerrar filas y decir que se hizo todo “en la medida de lo posible”. El gobierno va a seguir diferenciándose de nosotros a partir de estas cosas y acercándose a través de la celebración de grandes acuerdos nacionales (como el Royalty, por ejemplo).
Para ganarle a la derecha se necesita resolver quiénes somos y qué pensamos.
Para ganarle a la derecha se necesita resolver qué le vamos a proponer al país y demostrar lo que nos diferencia de la derecha.
Para ganarle a la derecha se necesita encontrar una nueva estrategia de articulación social, que sea capaz de contener a la clase trabajadora de nuestro país.
Para ganarle a la derecha se necesita hacer las cosas bien: Con eficiencia, racionalidad y probidad.
Sólo cuando nos levantemos, reflexionemos y tengamos la madurez política para dejar de mirarnos el ombligo estaremos preparados para volver a ser gobierno. De no ser así, seguiremos, viendo durante varios años, la nueva y eficiente forma de mediatizar la gestión gubernamental.